Desde hace meses se están dando casos de violencia con armas en reyertas callejeras. Muchas de las personas implicadas en estos actos son extranjeras.
Imagino la sorpresa de mucha gente al leer sin tapujos la realidad que aquí se presenta.
Para empezar, no confundamos los valores. Estamos hablando de respeto, civismo, orden y paz.
En este país estamos frente a un nuevo fenómeno. Y tenemos que ser los propios ciudadanos los que empecemos a reclamar el derecho que es nuestro y del que queremos seguir gozando, el derecho a la vida. El respeto por las vidas humanas.
Quien sale con un arma o elementos punzantes a la calle para defenderse, quizás no debiera estar allí, lo que debe revisar es su vida y las causas que le han llevado a esa situación y a ese entorno, porque sencillamente, eso no es bueno ni legal.
Las personas que vienen de otros países, y por defecto o efecto de la educación que allí recibieron, deciden portar armas aquí (y ya no hablo de utilizarlas), deben saber que no es legal, pero lo importante es que deben saber que TODOS nosotros, a modo de contrato social aludiendo a Jean Jacques Rousseau, decidimos como sociedad española no salir con armas, no utilizar ese modo de violencia para solucionar ni el mayor de los problemas. Nosotros no educamos a las siguientes generaciones para llevar armas, no es el modo por el que hemos decido optar para arreglar las cosas, no nos lo enseñaron tampoco de ese modo ni tan siquiera las personas que vivieron la Guerra Civíl, las únicas y esperemos que las últimas personas que saben lo que es ver cómo las armas, además de hacer vencedor a alguien… también matan a personas.
Alternativamente a la ley, que no es en muchos casos ni la mejor ni la solución, nosotros, como personas deberíamos exigir el cese de este tipo de actos violentos, porque nosotros, por ahora, respetamos la vida humana, y muchas veces las consecuencias de estas actividades conllevan la muerte.
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