lunes, 6 de mayo de 2013

Sin miedo ...y con fuerza!

jueves, 9 de septiembre de 2010

¿Cuál es el precio para hacer realidad un sueño?...


... Arranca de nuevo el blog!,

Gracias a los que estáis aquí... y Bienvenidos!

...(Os dejo el cuento que más fuerza me inspira)

"La niña que quiso ser un ángel


Todos los niños empiezan muy pronto a dibujar pequeños deseos de lo que quieren ser de mayor. Muchas veces para seguir a sus ídolos, para ser héroes, para ser como sus padres, para ser algo… para ser alguien.

Ersia también sabía lo que quería ser de mayor, y lo supo desde muy pronto, antes incluso de tener el vocabulario suficiente para poder decirlo. Sin embargo, pronto empezó a ver que los mayores, cuando decía que ella de mayor quería ser un ángel para ayudar a la gente y hacerles felices, no sólo no le hacían caso sino que además en su cara se reflejaba demasiadas veces la angustia que sentían por pensar que no tenía los pies en la tierra, y así fue como dejó de decirlo, y empezó a mentir para contentar a los demás.

-“Quiero ser médico… abogado… profesora…” decía Ersia con una sonrisa. Sin embargo, ella sonreía de verdad, porque su corazón no le mentía, quería ser un ángel.

Así en secreto pasaron los años, y consiguió la aprobación de sus padres, cursó sus estudios, buscó trabajos estables, hizo una adecuada vida social, evitaba los problemas y ayudaba a toda la gente que podía en sus pequeñas metas… así, en secreto.

Un día Ersia creció lo suficiente para enfrentarse a su realidad, y tomar una decisión. Buscó refugio en su interior, buscó un espacio de reflexión, se apartó de todos y de todo, en horas interminables de pensamientos sin freno y freno de pensamientos. Y lo decidió… sería un Ángel.

-Pero, ¿cómo hago para convertirme en un ángel? – Se preguntó. La respuesta estaba en su interior, y ella lo sabía. Todos esos años había estado buscando a otros ángeles, observándoles, preguntándoles en las escasas ocasiones en las que te encuentras con uno, leyendo las enseñanzas de los predecesores, estudiando… convirtiéndose en lo que siempre quiso ser… para ayudar a los demás.

A los ángeles se les identifica fácilmente, siempre sonríen en su interior, aunque lloren son felices, pasan desapercibidos, son bondadosos y generosos, saben cómo sacarte una sonrisa, saben cómo y cuándo ayudar, los hay menudos porque no comen suficiente (los ángeles comen de las sonrisas que reciben), y también los hay rechonchos (¡estos están muy felices!), aparecen y desaparecen, porque siempre tienen mucho trabajo que hacer, y todo a su alrededor es sencillo y armonioso.

Ersia se hizo mujer, y como por desgracia les pasa a muchos personas que van por el mismo camino de convertirse en ángeles, la tristeza de ver las vidas infelices de las personas que no luchan, que no buscan un sentido, vidas sin vida, muertas, grises, apagadas… empezó a apoderarse de ella, tanto, que empezó a sentir que moría de pena. ¿Qué le estaba pasando? ... era una de las pruebas que tienen que pasar todas aquellas personas que deciden convertirse en ángeles, pero ella aún no lo sabía.

Muchos ángeles paran en ese punto la búsqueda de su sueño, pero Ersia decidió seguir adelante. Sacó fuerzas y deseó desde su interior ser un ángel! Siguió aprendiendo, siguió trabajando y siguió buscando, y así fue como un día de primavera cuando el sol brillaba en lo alto, a Ersia le fue concedido un regalo por lo bien que había trabajado, su propio guía.

Los ángeles, cuando están en el proceso de convertirse, tienen el privilegio de tener un acompañante que les enseñe su oficio y les haga el camino más fácil, y el de Ersia era el gran Tridos.
Tridos nació ángel, el primer ángel puro, y su misión siempre estuvo reservada en secreto, nadie, tan sólo Él y sus padres sabían la identidad de la persona a la que acompañaría, y así llegó el día de bajar a la Tierra, …un día de primavera cuando el sol brillaba en lo alto.


Ersia y Tridos fueron felices siempre, recorrieron caminos imposibles para acometer las misiones más maravillosas que sólo los ángeles pueden tener encomendadas, para ayudar a las personas que necesitan una sonrisa nueva para salir adelante. Tuvieron dos hijos maravillosos a los que enseñaron todas las cosas importantes de esta vida, a los que quisieron con el mismo amor que ellos se entregaban… y los dos quisieron ser ángeles.

A ellos, les enseñaron una de las cosas más importantes que tendrían que saber para ser ángeles en la Tierra, porque ellos tenían una de las misiones más valoradas, misiones que sólo los ángeles nacidos en la Tierra pueden tener...

Les enseñaron que si sonríes a una persona triste, eliminas un pequeña parte de su tristeza, pero si además sonríes a una persona alegre, esa persona te regala un poco de su alegría. Esa es la forma en que se alimentan los ángeles para poder sobrevivir, porque comen de las sonrisas de los que le rodean… y si sólo tienen tristezas a su alrededor, podrían morir de pena, y desaparecerían los ángeles del planeta, los mismos que nos ayudan cuando tenemos problemas, cuando no sabemos dónde encontrar las alegrías, cuando tenemos un sueño que queremos alcanzar, cuando estamos tristes, cuando perdemos a alguien... Eso es lo que hacen los ángeles, ¿no te has encontrado con alguno a lo largo de tu vida?

-¡Ojalá supiesen esto los humanos!, decían los dos hermanos.

Y así pasaron los años, hasta que llegó el día en que Tridos tenía que irse para dejar a Ersia en su última fase del proceso, para convertirse definitivamente en ángel… la fase de la Felicidad.

Esa fase se vive en soledad, porque es para disfrutar, para revisar lo vivido, para decir a todas las personas que han acompañado el camino “gracias”, para dar abrazos y para recibirlos, para escuchar el silencio, y apagar los ruidos, para pensar, y para no pensar, para saber... que la vida tiene sentido, el que uno mismo se marca. Y Ersia sabía donde pasaría esa fase... en su playa, la que tanto soñó, con una pequeña casa en la orilla, una zona muy tranquila, llena de colores donde la gente sonríe y sabe recibir las sonrisas... allí pasaría la fase de la felicidad.

Ya siendo viejecita, un día, frente a la playa que tantas veces había soñado, recostada en aquel viejo sofá de madera, respiró tranquila, feliz, satisfecha… y cerró despacio los ojos, ya cansados.

En ese momento, algo brotó de su espalda… eran dos hermosas alas blancas, hechas a su medida, tan brillantes por el sol que parecían deslumbrar, y un plumaje suave ...precioso, abriéndose lentamente, para llevar a Ersia, donde ella siempre quiso estar, en la casa de los ángeles, donde sólo se vive en bondad, generosidad, alegría y ganas de ser feliz.

Ersia sonrió… como nunca había sonreído, …y voló!

Hoy los hijos de Ersia y Tridos transmiten su mensaje, para que los humanos sepan distinguir a los ángeles, y a los que están en camino, para que nunca mueran y sigan ayudándonos cuando tenemos problemas.

A los ángeles se les identifica fácilmente, siempre sonríen en su interior, aunque lloren son felices, pasan desapercibidos, son bondadosos y generosos, saben cómo sacarte una sonrisa, saben cómo y cuándo ayudar, los hay menudos porque no comen suficiente (los ángeles comen de las sonrisas que reciben), y también los hay rechonchos (¡estos están muy felices!), aparecen y desaparecen, porque siempre tienen mucho trabajo que hacer, y todo a su alrededor es sencillo y armonioso.

Si ves un día a un ángel, si te cruzas con uno de ellos y está triste... dedícale una sonrisa para que vuelva a respirar, y si está feliz... con más intención si cabe, para que pueda seguir ayudando a mucha gente...,
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¿Y tú, te has encontrado con algún ángel?... Sonríe entonces.

miércoles, 3 de febrero de 2010

... Trabajando en mi libro

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... perdiéndome en pensamientos,
trabajando en un cuento,
trabajando en Mi libro.
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En breve... de nuevo despierta el blog!
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miércoles, 30 de diciembre de 2009

Cuento...Para saber pedir un Deseo


"El Deseo de Ebdel"

Ebdel ya era suficientemente mayor. Tenía 8 años y seis meses, así que podía pedir por él mismo su propio deseo. Sin embargo, no tenía muy claro qué deseo pedir, ¡ni cómo pedirlo!…

Esa mañana el despertar fue más frío de lo normal, casi gélido, propio de las noches de diciembre en el desierto de Gaïld, donde vive junto a su extensa familia. A Ebdel le gustaba subirse a las cumbres de las dunas, y ver desde allí la salida del Sol. El placer de esa vista, la energía que le proporcionaba aquella belleza, hacía que su cuerpo se supiese proteger y nunca hubiese enfermado por el frío.

Ebdel estaba algo preocupado ese año, era la primera vez que podía pedir un deseo por Navidad. En su tribu creían firmemente que hasta que los niños pudiesen ser autónomos, no tenían capacidad para saber cómo pedir un deseo… y eso ocurría a partir de los 8 años de su nacimiento.

Por lo tanto, si sabía cómo pedir el deseo, se cumpliría. Si no, no obtendría ningún resultado.

-Pero, … ¿Cómo se pide un deseo?- Se repetía Ebdel una y otra vez.

Esa mañana, como el despertar había sido más frío de lo normal, decidió llevarse una pequeña alfombra para sentarse y un telar de lana de su hermano Doël. Era muy temprano, y el Sol aparecería en apenas una media hora, así que sacó su alfombra, el telar, un poco de miel condensada con miga de harina que hacia su Abuela, y se sentó a esperar!

Como cada amanecer, le gustaba estar en silencio… oír el viento, escuchar a las aves del desierto, el zumbido de algún insecto, y el rascar contra la arena de los escarabajos azules que se escondían a esa hora…sin embargo, algo distinto sonaba a su alrededor, y era la primera vez que no conseguía distinguir qué era… ¿un animal?... ¿un insecto?... ¿el frío?...

Según pasaban los segundos, sonaba con más fuerza, era como una ligera tonalidad… “ta…tatá….ta…tatá”, pero, -¿De dónde provenía?-.

El Sol aún no asomaba, ni tan siquiera un pequeño rayo…y pensó que había tomado demasiado dulce de miel, ya se lo avisaba siempre su Abuela: -“Cuidado con el dulce de miel, si tomas demasiado, puedes ver el mundo con otros ojos”. Bueno, todos sabían que eso era sólo una leyenda para que los niños no tomasen demasiado dulce de miel.

Decidió sentarse, vaciar su mente para poder absorber el amanecer, cuando de repente escuchó cerca de sus pies aquella tonalidad… “ta…tatá…ta…tatá”… -¿qué sería aquello?-.

Ebdel entonces miró a su alrededor… ¡nada!, ¿sería de verdad el dulce de miel?...en ese pensamiento estaba cuando vio un pequeño resplandor, ¡Qué extraño! –se decía Ebdel-. El resplandor no pertenecía al Sol, estaba en la arena, cerca de sus pies… ¡algo muy, muy pequeño!
Y según se acercaba, la tonalidad se hacía más fuerte… “ta…tatá…ta…tatá”…

-¡Oh, es como una canción!, … ¿quién la cantará?

Entonces Ebdel miró con otros ojos, con aquellos que están dispuestos a ver las cosas no racionales, las de la mente más interior, las del inconsciente… y vio algo mágico! Aquel pequeño resplandor era un pequeñísimo sombrero a modo de trébol de 4 hojas dorado!!! Y debajo de él…un pequeñísimo hombrecito de gran nariz, piel brillante y ojos verdes!... Un Duende Mágico!!!!

-¿Podía ser verdad?, ¿sería un Duende Mágico?... Ebdel ya no sabía qué pensar, cuando recordó las palabras de su Abuelo ya fallecido, cuando le decía: “Si no sabes qué opinar o qué pensar frente a algo, no pienses…¡sólo siéntelo!” Eso fue lo que hizo, y justo en ese momento, de su boca salió un hilo de voz:

-¿Hola?...- dijo Ebdel.

-¡Hola!... ¿Eres Ebdel?!, -respondió el Duende con una amplia sonrisa.

-Sí, soy yo… ¿me conoces?


-Sí claro, soy un Duende Mágico, y he venido porque creo que pides ayuda para saber cómo pedir un Deseo, tu primer deseo.


-Pero, si yo no he pedido ayuda…sólo…


-…Sólo lo has pensado ¿verdad?, -le interrumpió el pequeño Duende-, …pues por eso he venido, ¿o es que crees que no existe el lenguaje de la energía?, ¿el hablar sin palabras?, ¿el poder de las emociones? ¿la conexión del inconsciente?...

-Entonces… ¿me puedes ayudar por favor?, estoy un poco perdido- dijo Ebdel.

-Por supuesto!… Te lo mereces! Sin embargo, tendrás que elegir cómo te ayudo… porque serán tus elecciones las que te llevarán a tus Deseos!

En ese instante empezó a salir el Sol por el este, el primer rayo, y el sombrero en forma de Trébol de 4 hojas del Duende se hizo más hermoso, casi como otro amanecer paralelo al del propio Sol… ¡Qué belleza!

El Duende se sentó al lado de Ebdel. Era extraño, a pesar de su pequeñísimo tamaño, ¡su Grandeza espiritual le hacía aparentemente enorme! Una vez a su lado, le explicó cómo podría ayudarle:

-Ebdel, lo importante de un Deseo es saber cómo pedirlo, porque los seres humanos no sabéis aún utilizar bien las palabras, y llenáis de fantasías vuestros deseos, sin daros cuenta que vosotros mismos tenéis dentro de vuestra mente y vuestro corazón la magia que os puede hacer alcanzar todo lo que os propongáis!. Yo hoy te voy a ayudar, y serán tus propias elecciones las que te llevarán a tu Deseo. ¿Tienes ya una pequeña idea de lo que quieres pedir?

-En realidad sí, pero como sé que si me equivoco mi deseo no tendrá efecto, aún no he dicho nada… Le respondió Ebdel.

-No, no has dicho nada, pero ya lo has pensado, por eso estoy yo aquí -contestó el Duende- y el Universo ya está trabajando…por eso es tan importante que sepas exactamente cómo pedirlo… no vaya a ser que des indicaciones poco claras, … que el Universo también es juguetón!!! Cuéntame, más o menos, qué es lo que quieres…

-Verás Duende, este año hay guerra entre las tribus vecinas, una guerra que se plantea cruenta y egoísta, porque sólo quieren más tierra, no más libertad… y mi hermano mayor, Doël, ha sido convocado para salir dentro de dos lunas. Desde que recibimos en mi familia la noticia, mis padres entristecieron, dejaron de sonreír, porque pocas personas vuelven de esas guerras, sin embargo, es cierto que todos sabemos que él, es el único capaz de evitar la guerra y llegar a una paz de entendimiento y cooperación entre tribus. Él es el único, y eso lo sabemos nosotros, su familia, y toda la tribu. Entonces… si yo quiero que mi hermano se quede a nuestro lado, y a la vez quiero que este enfrentamiento no termine en guerra, y que mi familia no sufra, … ¿cómo pido mi deseo?

-¡Vaya... Así que era cierto!, eres una persona de corazón puro. ¡No te puedes imaginar las cosas que piden las personas normales! –dijo el duende. –Yo puedo ayudarte, ¿ves mi sombrero, el Trébol de 4 hojas?, cada una de esas hojas contiene una virtud que te ayudará a formular tu deseo, puedes elegir una de ellas… ¡Eso sí! Piensa muy bien con cuál te quedas, porque cambiará el valor de tu deseo…

Ebdel entonces se acercó al sombrero de 4 pétalos en forma de Trébol, y leyó cada una de las hojas.

-‘Amor’, ‘Inteligencia’, ‘Razón’, y ‘Emoción’ –y se quedó pensativo- ¿cuál sería la virtud correcta para saber pedir un deseo?

Al principio casi sin pensarlo su mano se dirigió al segundo pétalo, el de la ‘Inteligencia’, pero… inmediatamente, casi también sin pensarlo, tuvo un presentimiento, una corazonada, que le hizo parar en seco.

-Si escojo sólo el de la Inteligencia, -pensó Ebdel para sí mismo-, tiene que ser por un buen motivo, porque de esa virtud dependerá la manera en que formule mi deseo-. Así que decidió pensar en cada una de las opciones, una por una, para verificar cuál era la mejor. Y empezó por la primera.

-Si mi deseo se basase únicamente en el Amor, quizás no permitiría que mi hermano fuese a la guerra, para que en mi familia sigamos todos unidos, para que mis padres dejen de estar tristes y preocupados, para que yo pueda aprender todavía más cosas de él… Sin embargo, sabemos que es el único que tiene todas las habilidades suficientes para evitar esta guerra, y si llega a estallar por culpa de mi deseo, porque por mi amor prefiero tener a mi hermano cerca, puede que las consecuencias fuesen peores para todos. No, el amor sólo no me vale.

El Duende seguía disfrutando la puesta de Sol… mientras esperaba tranquilamente la decisión de Ebdel.

-¿Y la Razón?... ¡la Razón no suele equivocarse! Es verdad, la Razón me dice que es más coherente que evitemos una guerra, por el bien de las tribus, y que sabiendo que mi hermano es la persona más capacitada para evitar el conflicto, debo ceder a mis intereses, a la tristeza de mi familia, a la posibilidad de la pérdida…, pero, ¿por qué iba yo a pedir eso si éste es mi deseo por Navidad y yo sufriría por mi decisión?... No, ésta no debe ser la opción correcta, porque no todos ganamos.

Aún no tenía claro Ebdel cuál era la mejor opción… cuando el Sol, apareció en su perfecta mitad, teñido aún de un naranja indescriptible.

-Sólo me quedan dos opciones, ¿y si formulo mi deseo según mis propias Emociones?... ¡sí, puede que así sea verdadero!... sin embargo, ¿en qué emoción me baso?... ¿en la alegría de que se quede con nosotros?, ¿la tristeza de su pérdida, pero el bien de todos?, ¿el miedo a su muerte?, ¿la sorpresa de su posible victoria?... ¡uf, me produce tantas emociones esta decisión! Quizás no sólo sean las emociones suficientes para saber cómo gestionar mi deseo… ¿y entonces?, ¿será la inteligencia?

En ese preciso momento el Sol se mostró con toda su fuerza, como si rompiera el horizonte cegando con su impresionante brillo a cualquier ser vivo… Grande, hermoso, real, … y esa fuerza, esa belleza, creó una energía pura que Ebdel absorbió como si estuviese sediento, sabiendo que la Energía, es lo que mueve el Mundo, y hay que saber reconocerla.

Fueron tan sólo unos segundos, … suficientes para que Ebdel comprendiera dónde se hallaba la Verdad. El Duende con el sombrero de Trébol estaba allí para ayudarle a saber cómo pedir su deseo, y le había ofrecido elegir una Virtud, un pétalo, el del ‘amor’, la ‘inteligencia’, la ‘razón’ o la ‘emoción’. Sin embargo él, acababa de descubrir el Gran Secreto, entendió cómo se pide un deseo, la Energía del Sol que le había cegado por unos instantes, fue lo que le posibilitó ver la Verdad… Los Deseos, para que sean deseos de Verdad, hay que pedirlos con amor, inteligencia, razón y emoción… sólo así será un Buen Deseo… que se hará realidad!


Ebdel se giró hacia el Duende, que seguía sentado a su lado, ¡tan pequeño y tan grande a la vez! Éste, miró a Ebdel a los ojos, y no hicieron falta las palabras para que supiese, que aquel niño de tan sólo 8 años y seis meses, había encontrado el secreto que realmente escondía su sombrero de 4 pétalos. Y el Duende… sencillamente sonrió, y dijo:

-Ahora, ya puedes pedir tu deseo por Navidad, … ¡ya sabes cómo hacerlo!

Ebdel, se puso de pie en la duna… miro al Sol, y pensó en su hermano, en sus padres, en su familia, en su tribu, en él,… se puso la mano en el corazón y con una sonrisa en el rostro, pidió su deseo con Amor, Inteligencia, Razón y Emoción:

-“Deseo,… que Todo el Mundo sepa encontrar el camino de su Verdadera Felicidad

En ese momento, una leve brisa hizo llegar un extraño sonido, casi a modo de canción “ta…tatá…ta…tatá´”… y Ebdel escuchó:

-¡Deseo concedido!

Era el Duende, ya a lo lejos, con su sombrero, … tan sólo, un pequeño resplandor dorado.

(Dedicado a todos los leéis este blog, Gracias!)

F.G.R. (2009)

martes, 22 de diciembre de 2009

Trabajando en mi Libro...

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...A todos los que habéis pedido otro cuento por Navidad,
Queda prometido en unos días su publicación,
mientras...mi tiempo es para mi Libro.

Gracias a todos por la paciencia!
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jueves, 3 de diciembre de 2009

Por si hay camino...

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Caminante, …por si hay camino,
echa ya tus pies a andar,
Pues tus pasos harán de guía,
...hacia dónde caminar.

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En memoria de Antonio Machado (basado en su poema “Caminante”)
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