miércoles, 30 de septiembre de 2009

Las lágrimas del dolor

* Atención, este escrito no es apto para todo el mundo, y se debe dejar de leer si no se considera apropiado, por ser una Verdad tan grande que duele, y la tristeza o emotividad están expuestas.
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Las lágrimas de la muerte


Hoy experimenté con la vivencia de la muerte.

Todos por ahora morimos. Todos. Y sin embargo, nos preparamos poco en vida para la muerte. La muerte de nuestros seres queridos, la muerte de grandes personalidades… nuestra muerte.

Pocas verdades son tan Universales como que la Vida termina en la Muerte.

Esa Verdad Universal me hizo reflexionar sobre la importancia de cómo se muere. No estoy hablando del hecho en sí que provoca la muerte, sino de cómo morimos como Persona. ¿Tenemos todo arreglado?, ¿debemos algo a alguien?, ¿luchaste por saber quién eras y mejorar?, ¿amaste a tus seres queridos o les hiciste infelices en vida aún queriéndoles, con comentarios violentos, con malas caras frente a sus opiniones?, ¿arreglaste ese problema que tienes con tu amigo o amiga?, ¿dijiste “te quiero” a quien quieres?, ¿qué huella dejas en este mundo?... eso es CÓMO se muere.

Creo que salvo las personas que deciden voluntariamente dejar de vivir, no sabemos cuándo ni cómo vamos a morir… ¿seguro?! Es cierto que el cuándo es complicado anticiparlo (y menos mal), sin embargo, el cómo sí que podemos empezar a trabajarlo desde hoy.

No es la primera vez que experimento con la vivencia de la muerte, pero hasta ahora siempre había imaginado que era yo la que moría de repente un día concreto a una hora concreta(1) (ver ejercicio margen inferior). Es una sensación tan grande y dolorosa la que te invade, que de repente, casi in situ, comienzas a valorar más las cosas que tienes, abrazas a tus amigos con más ganas al verles, miras con cariño a tu madre…a tu pareja… a tu hermano (aunque sigas considerando insoportables sus manías), te cuidas un poco más, buscas casi con prisa aquellos objetivos que crees que puedes conseguir, y un largo etcétera de situaciones que se aparecen por el simple hecho de hacer consciente a nuestro inconsciente de una Verdad que parece que todos queremos silenciar… la muerte de cada uno de nosotros.

Lógicamente, hay personas que parece que ya están muertas en vida, a estas personas les constará más esfuerzo querer plantearse su propia muerte. Ya Michael Ende en 1973 se atrevió a hablar de estas personas (las personas que aún estando vivas, …no viven nada) tras una preciosa metáfora, “Los hombres de gris”, aquellos que corren sin cesar, sin pararse a pensar en quiénes son, aquellos que se mueven en masa, obedeciendo a quién les dice desde arriba cómo deben ser, presas del tiempo social, presas del tiempo que ellos mismos ahora no viven por la promesa de que lo reservan para el final.

Sin embargo esta vez imaginé que era otra persona la que moría, un ser para mí realmente querido.

Lloré, recuerdo haber llorado desde dentro, con dolor… sentí dolor de verdad, y necesité incluso compartirlo con alguien. Quise abrazar a esta persona que imaginaba acababa de fallecer, darle un beso cariñoso en la mano, acariciarle la cara y decirle que sí, que era verdad… que ahora que no está, sé que todo lo que le quería era poco y que le iba a echar de menos.

Y de nuevo pensé en el cómo morir. Esta persona, (y perdón por haberla matado imaginariamente, pero lo bueno, es que ahora estoy más cerca emocional y personalmente de ella sin que lo sepa, …quizás lo note!) esta persona no sé cómo moriría para con el resto de personas, pero conmigo fue excepcional… fui consciente de que no sólo no me debía nada, sino que me había dado demasiado en vida y se lo quise decir…pero esa persona ya estaba muerta!

¿Cómo murió esta persona para mí?... conmigo en paz, en amor, y dejó una huella muy grande en el mundo no sólo conmigo, con mucha gente (…imaginé a quién tendría que avisar para su funeral y estaba lleno de gente!)



Puede que para muchos de nosotros sólo la muerte o su antesala en una enfermedad o accidente nos haga conscientes de estas cosas, de estos sentimientos y emociones que experimentamos con los otros cuando nos dejan. Sin embargo no es un Destino, no es camino prefijado, no sigue los Principios del Maktub, y podemos cambiarlo y anticiparnos […ese es El Secreto].

¿Cómo hacerlo?... eso es lo fácil. Lo difícil ya esta hecho si decides seguir hacia delante, ya que el camino está lleno de recompensas inimaginables.

Considero que muchas de las ciencias que se consideran hoy como tal carecen de los instrumentos precisos para expresar cómo gestionar la mayoría de sus principios en la vida del día a día. Y saber hacer llegar a las personas “cómo pueden hacerlo” es importantísimo.


Qué crees que lo dolerá más aun gran amigo tuyo, ¿que a tu muerte le debieses dinero, o que no supiese si le habías perdonado lo que pasó hace tiempo con tu mujer?, Y a tu madre, ¿le dolerá no saber si eras feliz, si estabas a gusto con la vida?, ¿se lo dijiste alguna vez?

Hoy he experimentado con la muerte… y me ha hecho Revivir.
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Se quiere lo que no se tiene… Se valora lo que se pierde… Se echa de menos lo que no está.
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Ref (1):Este ejercicio psico-emocional facilita una primera toma de realidad con el cómo. Debe ser un ejercicio personal, y hacerlo en un estado de tranquilidad. Se debe imaginar que te avisan de que sólo te quedan 10 horas de vida tras un accidente en un lugar poco accesible, (hay que imaginarlo con la mayor realidad que se le pueda dar a la situación para ofrecer calidad al ejercicio). Te facilitan una hoja y un bolígrafo por si quieres anotar lo que quieres decirle a algunas personas (6 como máximo) a las que quizás no les dará tiempo a llegar en ese poco tiempo.

Una vez que lo tienes escrito debes dejarlo a un lado, y volver a pensar sobre lo que has escrito (sin estar viendo el papel) y revisarlo, sólo podrás hacer un cambio, sólo uno.

Tras 10 minutos de reposo… Coge el papel, y hazte esta pregunta: “¿A qué esperas a decirles a estas personas lo que quieres decirles?, (en el ejercicio sólo te quedan 10 horas, pero… y en la vida real cuánto?) …quizás es bueno, empezar con tranquilidad (ya que tenemos toda una vida), a pensar en cómo queremos morir!

martes, 29 de septiembre de 2009

La desesperación del desesperado

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Pequeño cuento para entender cómo se siente, el que se siente desesperado… Quizás así, podamos ayudar.
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"Etrëus… como muchos personajes y protagonistas de cuentos e historias, conocía la magia de las Leyendas, los milagros de algunos Magos, y el poder de ciertos Reyes que sin llevar corona y sin tener un reino, poseen más riquezas de espíritu que aquellas que se podrían medir en dinero o títulos.

Sabiéndose aún algo vivo, pero sintiéndose muerto en su día a día… decidió tomar la que consideraba su última decisión… ir a visitar una a una a aquellas personas que curaban y sanaban, que recetaban milagros, y hacían de la nada algo extraordinario. No veía otra opción y no tenía fuerzas para mucho más.

Cogió sus pertenencias, las pocas que le quedaban, y algo de comida para el camino… no necesitaba mucho, ya hacía tiempo que a pesar de seguir respirando, a pesar de que su corazón latía, a pesar de que sus piernas anduviesen… se sentía muerto.

La primera persona a la que decidió visitar era Brundiad, una mujer de las altas montañas que decían que conocía el corazón como nadie, y recetaba un ungüento de hierbas especiales que sólo era posible cultivar en altura y con un cuidado y conocimiento similar a la alquimia.

Allí llegó tras 3 semanas de marcha… y allí estaba ella, tan bella como contaba la Leyenda, tan paciente en su escucha como narraban las historias y tan Sabia como se deseaba. Y allí le esperaba ella en la puerta como si hubiese olido la desesperación del alma que llegaba en busca de remedio.

Pasaron juntos largas horas, tomando té de hierbas, al amparo de velas y de palabras. Escuchó cada sentimiento, limpió cada lágrima de su visitante, y escuchó… Escuchó toda la historia y se enmudeció. Era la primera vez que enmudecía, no le había pasado jamás. Y al terminar, ella también soltó lágrimas de dolor por lo que iba a decir.

-No puedo ayudarte Etrëus… Tienes razón, estás muerto en vida, sin embargo creo que te puedo decir quién puede ayudarte… Le conozco, es el Rey de un pequeño pueblo a cinco días de camino. No pensé que mi magia algún día no fuese suficiente, pero hoy ha llegado ese día… toma esta onzas para el camino, y esta jarra de vino para calentarte. Te deseo Suerte…

Así Etrëus tomó de nuevo el camino de las montañas, cada vez más profundas, y confió en que el Rey TrOsh pudiese ayudarle. Él era conocido por sus consejos y sabias palabras, nadie como él podía sanar sólo con una frase. Y allí llegó tras cinco días de marcha.

El pequeño pueblo donde habitaba olía a flores frescas, a gotas de rocío en la hierba y a humeante caldo caliente. En la puerta le esperaba el Rey… como si hubiese adivinado la desesperación de aquel nuevo visitante antes de su llegada.

Allí quedaron sentados los dos, largas horas acompañados de aquel fresco olor a Vida y caliente caldo que recomponía el alma y el espíritu. Y TrOsh escuchó y escuchó mientras dibujaba algo en una especie de papel pergamino, la mirada cada vez más agachada frente al dibujo. Cuando terminó de escuchar, se levantó y le dio un gran abrazo a su visitante. En ese momento una lágrima cayó en el suelo… era del Rey.

-No puedo ayudarte Etrëus… es la primera vez que no sé cómo hacerlo. Sin embargo sé de alguien, una persona realmente Inteligente, que sabe cómo aplacar todos los males de este mundo. Es una persona dulce y sus años de experiencia son insuperables… tienes 10 jornadas de camino, toma esta carne y esta bebida.

Y así tomó de nuevo el camino de las montañas… y luego fueron los caminos de los mares, de los desiertos, de los oasis, de las playas, de las aldeas y ciudades, de los montes y caminos visitando a reyes, Dioses, Magos, Mentores, Sabios… hasta que alguien le recomendó a una persona que Siempre había concluido aquellos problemas a los que se había enfrentado. Vivía al borde de un acantilado, el más alto conocido… y allí llegó tras años de caminos.

Y allí le esperaba en la puerta, como si hubiese sentido la desesperación de su visitante. Y le acogió, le dio de comer, de beber, y escuchó toda su historia con paciencia… y tras unas horas, levantó la mirada hacia Etrëus y le dijo…

-Puedo ayudarte… Antes tengo que quitarme esta túnica negra, apoyar la hoz con la que trabajo para que mis manos estén libres y así acercarte al precipicio que hay en mi jardín… ¿vienes? … "
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Aforismo: "La última copa"

La última copa

“[…] Sentí perfectamente cuando serví la última copa. Cogí como siempre el vaso, lo llené con 4 hielos, casi al mismo tiempo en que sacaba el abridor, el mismo que desde hace ya años me acompañaba, deschapé el refresco, y en el momento de empezar a servir la bebida… sentí algo en mi interior que me decía “Esta es la última copa que sirvo”.

Por supuesto no sería la última copa física que serviría, después de 6 años, sin que yo lo supiese, aún me quedaría un año más, en otro bar, con otra gente… pero siempre pagando estudios, facturas, viajes y deseos con el disfraz y la sonrisa que sólo el que ha estado tanto tiempo detrás de una barra de bar conoce”.


Sentir que una acción es la última es saber que ya no quieres más, que ya no te ofrece placer o diversión, es sentir que ya no quieres seguir allí, que ya no puedes, que aquello que te ha dado la vida durante largos años… se acabó a modo de pensamiento inconsciente que genera a partir de entonces un torbellino de emociones y sensaciones a veces gratificantes, y otras estresantes. Y todo pasa en un segundo, tan sólo un instante en el que eres consciente de que algo ya ha terminado… sin tener todavía un final. Es tu parte inconsciente la que te ha ofrecido una señal.
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El periodo desde que dices o sientes “…la última”, es un proceso de confusión, de toma de decisiones y de estresante paciencia buscando el cómo y cuándo. No te da miedo, porque ya no es tu sitio, pero empiezas a tener prisa. Pude incluso que pase mucho tiempo, ya que según reza el refrán: “Del dicho al hecho hay un gran trecho”.

Lo mismo pasa con los trabajos, y por desgracia también con las personas… es triste notar como un día, sin ser un momento especial… sientes, que ya no es lo mismo, que es “la última copa”. Puede que sigas hablando con esa persona, puede que siga contando contigo, puede que siga en tu vida… porque sólo hay que esperar al cómo y cuándo sucederá. Quizás a partir de entonces ya no apetezca contarle los secretos… quizás ya no apetezca tomar esa cerveza de jueves… quizás ya no escuches con paciencia sus problemas, quizás… ya todo está de más.

Sentirlo es doloroso, porque aquello que ha sido parte de ti… se ha desvanecido interiormente, y sin embargo sigue vivo en el día a día. Lo ves diferente, en pasado. Sin embargo, ese sentimiento hasta ahora inconsciente que ha empezado a dar señales de cansancio, de fin, es el principio para un camino nuevo.

La “última copa” es un signo de que hay que hacer un cambio. Nuestra mente, nuestro inconsciente nos está ofreciendo una señal a la que debemos responder, porque ya no va a desaparecer. Nuestros pensamientos pasajeros responden a nuestra vida, a nuestras emociones, y afectan quitándonos el sueño, envenenándonos con preocupaciones, haciéndonos sentir incómodos en ciertas situaciones donde antes estábamos a gusto, o por lo menos cómodos.

Aprendamos a escuchar a nuestra mente, a nuestro cerebro, a nuestro inconsciente, a nuestros sentimientos y emociones. ¿Queremos una señal?... ahí está.


Dedicado a Oana… por todas las “últimas copas servidas” que hemos llorado juntas, que hemos reído juntas, que hemos hablado frente a una atardecer y una cerveza, por las que nos quedan por servir… y por las que deseamos dejar de servir. A ti… para que siempre que te avise la voz interior, te acompañe la Fuerza de Voluntad suficiente para que lo consigas.
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La tarima en Educación


Si una solución en educación implica un gasto económico en tiempos de crisis, y a la vez no asegura el resultado esperado, ¿para qué hacerlo?

El respeto a un profesor no se hace con autoridad, es una de las bases de la educación, y ello está demostrado, probado y experimentado (acúdase a cualquier manual básico de pedagogía).

El “usted” hay que sentirlo, no decirlo.

Si se siente no es necesario decirlo, porque se ve en la mirada, en las palabras, en los actos… y para poder sentirlo hace falta un “por qué” y un “para qué”. Hay por ello que explicarles a nuestros alumnos, a nuestros hijos, a los que vienen detrás por qué hay que respetar a ciertas personas en ciertos lugares. Y no es porque ostenten un cargo, o porque lleven un traje, o tengan una buena posición… es porque trabajan para nuestro bien. A esas personas entonces, es mejor respetarlas, para que no se cansen de nosotros y se vayan de nuestro lado, por si nuestro camino se tuerce.

¿No acudirías en caso de problemas a quien te va a aconsejar bien y a quien trabaja para tu bien?

Respetemos pues a esas personas… y que cada uno elija si le llama de Usted o lo demuetra.
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