miércoles, 30 de diciembre de 2009

Cuento...Para saber pedir un Deseo


"El Deseo de Ebdel"

Ebdel ya era suficientemente mayor. Tenía 8 años y seis meses, así que podía pedir por él mismo su propio deseo. Sin embargo, no tenía muy claro qué deseo pedir, ¡ni cómo pedirlo!…

Esa mañana el despertar fue más frío de lo normal, casi gélido, propio de las noches de diciembre en el desierto de Gaïld, donde vive junto a su extensa familia. A Ebdel le gustaba subirse a las cumbres de las dunas, y ver desde allí la salida del Sol. El placer de esa vista, la energía que le proporcionaba aquella belleza, hacía que su cuerpo se supiese proteger y nunca hubiese enfermado por el frío.

Ebdel estaba algo preocupado ese año, era la primera vez que podía pedir un deseo por Navidad. En su tribu creían firmemente que hasta que los niños pudiesen ser autónomos, no tenían capacidad para saber cómo pedir un deseo… y eso ocurría a partir de los 8 años de su nacimiento.

Por lo tanto, si sabía cómo pedir el deseo, se cumpliría. Si no, no obtendría ningún resultado.

-Pero, … ¿Cómo se pide un deseo?- Se repetía Ebdel una y otra vez.

Esa mañana, como el despertar había sido más frío de lo normal, decidió llevarse una pequeña alfombra para sentarse y un telar de lana de su hermano Doël. Era muy temprano, y el Sol aparecería en apenas una media hora, así que sacó su alfombra, el telar, un poco de miel condensada con miga de harina que hacia su Abuela, y se sentó a esperar!

Como cada amanecer, le gustaba estar en silencio… oír el viento, escuchar a las aves del desierto, el zumbido de algún insecto, y el rascar contra la arena de los escarabajos azules que se escondían a esa hora…sin embargo, algo distinto sonaba a su alrededor, y era la primera vez que no conseguía distinguir qué era… ¿un animal?... ¿un insecto?... ¿el frío?...

Según pasaban los segundos, sonaba con más fuerza, era como una ligera tonalidad… “ta…tatá….ta…tatá”, pero, -¿De dónde provenía?-.

El Sol aún no asomaba, ni tan siquiera un pequeño rayo…y pensó que había tomado demasiado dulce de miel, ya se lo avisaba siempre su Abuela: -“Cuidado con el dulce de miel, si tomas demasiado, puedes ver el mundo con otros ojos”. Bueno, todos sabían que eso era sólo una leyenda para que los niños no tomasen demasiado dulce de miel.

Decidió sentarse, vaciar su mente para poder absorber el amanecer, cuando de repente escuchó cerca de sus pies aquella tonalidad… “ta…tatá…ta…tatá”… -¿qué sería aquello?-.

Ebdel entonces miró a su alrededor… ¡nada!, ¿sería de verdad el dulce de miel?...en ese pensamiento estaba cuando vio un pequeño resplandor, ¡Qué extraño! –se decía Ebdel-. El resplandor no pertenecía al Sol, estaba en la arena, cerca de sus pies… ¡algo muy, muy pequeño!
Y según se acercaba, la tonalidad se hacía más fuerte… “ta…tatá…ta…tatá”…

-¡Oh, es como una canción!, … ¿quién la cantará?

Entonces Ebdel miró con otros ojos, con aquellos que están dispuestos a ver las cosas no racionales, las de la mente más interior, las del inconsciente… y vio algo mágico! Aquel pequeño resplandor era un pequeñísimo sombrero a modo de trébol de 4 hojas dorado!!! Y debajo de él…un pequeñísimo hombrecito de gran nariz, piel brillante y ojos verdes!... Un Duende Mágico!!!!

-¿Podía ser verdad?, ¿sería un Duende Mágico?... Ebdel ya no sabía qué pensar, cuando recordó las palabras de su Abuelo ya fallecido, cuando le decía: “Si no sabes qué opinar o qué pensar frente a algo, no pienses…¡sólo siéntelo!” Eso fue lo que hizo, y justo en ese momento, de su boca salió un hilo de voz:

-¿Hola?...- dijo Ebdel.

-¡Hola!... ¿Eres Ebdel?!, -respondió el Duende con una amplia sonrisa.

-Sí, soy yo… ¿me conoces?


-Sí claro, soy un Duende Mágico, y he venido porque creo que pides ayuda para saber cómo pedir un Deseo, tu primer deseo.


-Pero, si yo no he pedido ayuda…sólo…


-…Sólo lo has pensado ¿verdad?, -le interrumpió el pequeño Duende-, …pues por eso he venido, ¿o es que crees que no existe el lenguaje de la energía?, ¿el hablar sin palabras?, ¿el poder de las emociones? ¿la conexión del inconsciente?...

-Entonces… ¿me puedes ayudar por favor?, estoy un poco perdido- dijo Ebdel.

-Por supuesto!… Te lo mereces! Sin embargo, tendrás que elegir cómo te ayudo… porque serán tus elecciones las que te llevarán a tus Deseos!

En ese instante empezó a salir el Sol por el este, el primer rayo, y el sombrero en forma de Trébol de 4 hojas del Duende se hizo más hermoso, casi como otro amanecer paralelo al del propio Sol… ¡Qué belleza!

El Duende se sentó al lado de Ebdel. Era extraño, a pesar de su pequeñísimo tamaño, ¡su Grandeza espiritual le hacía aparentemente enorme! Una vez a su lado, le explicó cómo podría ayudarle:

-Ebdel, lo importante de un Deseo es saber cómo pedirlo, porque los seres humanos no sabéis aún utilizar bien las palabras, y llenáis de fantasías vuestros deseos, sin daros cuenta que vosotros mismos tenéis dentro de vuestra mente y vuestro corazón la magia que os puede hacer alcanzar todo lo que os propongáis!. Yo hoy te voy a ayudar, y serán tus propias elecciones las que te llevarán a tu Deseo. ¿Tienes ya una pequeña idea de lo que quieres pedir?

-En realidad sí, pero como sé que si me equivoco mi deseo no tendrá efecto, aún no he dicho nada… Le respondió Ebdel.

-No, no has dicho nada, pero ya lo has pensado, por eso estoy yo aquí -contestó el Duende- y el Universo ya está trabajando…por eso es tan importante que sepas exactamente cómo pedirlo… no vaya a ser que des indicaciones poco claras, … que el Universo también es juguetón!!! Cuéntame, más o menos, qué es lo que quieres…

-Verás Duende, este año hay guerra entre las tribus vecinas, una guerra que se plantea cruenta y egoísta, porque sólo quieren más tierra, no más libertad… y mi hermano mayor, Doël, ha sido convocado para salir dentro de dos lunas. Desde que recibimos en mi familia la noticia, mis padres entristecieron, dejaron de sonreír, porque pocas personas vuelven de esas guerras, sin embargo, es cierto que todos sabemos que él, es el único capaz de evitar la guerra y llegar a una paz de entendimiento y cooperación entre tribus. Él es el único, y eso lo sabemos nosotros, su familia, y toda la tribu. Entonces… si yo quiero que mi hermano se quede a nuestro lado, y a la vez quiero que este enfrentamiento no termine en guerra, y que mi familia no sufra, … ¿cómo pido mi deseo?

-¡Vaya... Así que era cierto!, eres una persona de corazón puro. ¡No te puedes imaginar las cosas que piden las personas normales! –dijo el duende. –Yo puedo ayudarte, ¿ves mi sombrero, el Trébol de 4 hojas?, cada una de esas hojas contiene una virtud que te ayudará a formular tu deseo, puedes elegir una de ellas… ¡Eso sí! Piensa muy bien con cuál te quedas, porque cambiará el valor de tu deseo…

Ebdel entonces se acercó al sombrero de 4 pétalos en forma de Trébol, y leyó cada una de las hojas.

-‘Amor’, ‘Inteligencia’, ‘Razón’, y ‘Emoción’ –y se quedó pensativo- ¿cuál sería la virtud correcta para saber pedir un deseo?

Al principio casi sin pensarlo su mano se dirigió al segundo pétalo, el de la ‘Inteligencia’, pero… inmediatamente, casi también sin pensarlo, tuvo un presentimiento, una corazonada, que le hizo parar en seco.

-Si escojo sólo el de la Inteligencia, -pensó Ebdel para sí mismo-, tiene que ser por un buen motivo, porque de esa virtud dependerá la manera en que formule mi deseo-. Así que decidió pensar en cada una de las opciones, una por una, para verificar cuál era la mejor. Y empezó por la primera.

-Si mi deseo se basase únicamente en el Amor, quizás no permitiría que mi hermano fuese a la guerra, para que en mi familia sigamos todos unidos, para que mis padres dejen de estar tristes y preocupados, para que yo pueda aprender todavía más cosas de él… Sin embargo, sabemos que es el único que tiene todas las habilidades suficientes para evitar esta guerra, y si llega a estallar por culpa de mi deseo, porque por mi amor prefiero tener a mi hermano cerca, puede que las consecuencias fuesen peores para todos. No, el amor sólo no me vale.

El Duende seguía disfrutando la puesta de Sol… mientras esperaba tranquilamente la decisión de Ebdel.

-¿Y la Razón?... ¡la Razón no suele equivocarse! Es verdad, la Razón me dice que es más coherente que evitemos una guerra, por el bien de las tribus, y que sabiendo que mi hermano es la persona más capacitada para evitar el conflicto, debo ceder a mis intereses, a la tristeza de mi familia, a la posibilidad de la pérdida…, pero, ¿por qué iba yo a pedir eso si éste es mi deseo por Navidad y yo sufriría por mi decisión?... No, ésta no debe ser la opción correcta, porque no todos ganamos.

Aún no tenía claro Ebdel cuál era la mejor opción… cuando el Sol, apareció en su perfecta mitad, teñido aún de un naranja indescriptible.

-Sólo me quedan dos opciones, ¿y si formulo mi deseo según mis propias Emociones?... ¡sí, puede que así sea verdadero!... sin embargo, ¿en qué emoción me baso?... ¿en la alegría de que se quede con nosotros?, ¿la tristeza de su pérdida, pero el bien de todos?, ¿el miedo a su muerte?, ¿la sorpresa de su posible victoria?... ¡uf, me produce tantas emociones esta decisión! Quizás no sólo sean las emociones suficientes para saber cómo gestionar mi deseo… ¿y entonces?, ¿será la inteligencia?

En ese preciso momento el Sol se mostró con toda su fuerza, como si rompiera el horizonte cegando con su impresionante brillo a cualquier ser vivo… Grande, hermoso, real, … y esa fuerza, esa belleza, creó una energía pura que Ebdel absorbió como si estuviese sediento, sabiendo que la Energía, es lo que mueve el Mundo, y hay que saber reconocerla.

Fueron tan sólo unos segundos, … suficientes para que Ebdel comprendiera dónde se hallaba la Verdad. El Duende con el sombrero de Trébol estaba allí para ayudarle a saber cómo pedir su deseo, y le había ofrecido elegir una Virtud, un pétalo, el del ‘amor’, la ‘inteligencia’, la ‘razón’ o la ‘emoción’. Sin embargo él, acababa de descubrir el Gran Secreto, entendió cómo se pide un deseo, la Energía del Sol que le había cegado por unos instantes, fue lo que le posibilitó ver la Verdad… Los Deseos, para que sean deseos de Verdad, hay que pedirlos con amor, inteligencia, razón y emoción… sólo así será un Buen Deseo… que se hará realidad!


Ebdel se giró hacia el Duende, que seguía sentado a su lado, ¡tan pequeño y tan grande a la vez! Éste, miró a Ebdel a los ojos, y no hicieron falta las palabras para que supiese, que aquel niño de tan sólo 8 años y seis meses, había encontrado el secreto que realmente escondía su sombrero de 4 pétalos. Y el Duende… sencillamente sonrió, y dijo:

-Ahora, ya puedes pedir tu deseo por Navidad, … ¡ya sabes cómo hacerlo!

Ebdel, se puso de pie en la duna… miro al Sol, y pensó en su hermano, en sus padres, en su familia, en su tribu, en él,… se puso la mano en el corazón y con una sonrisa en el rostro, pidió su deseo con Amor, Inteligencia, Razón y Emoción:

-“Deseo,… que Todo el Mundo sepa encontrar el camino de su Verdadera Felicidad

En ese momento, una leve brisa hizo llegar un extraño sonido, casi a modo de canción “ta…tatá…ta…tatá´”… y Ebdel escuchó:

-¡Deseo concedido!

Era el Duende, ya a lo lejos, con su sombrero, … tan sólo, un pequeño resplandor dorado.

(Dedicado a todos los leéis este blog, Gracias!)

F.G.R. (2009)

1 comentario:

Isabel rossignoli dijo...

La espera ha merecido la pena, gracias por el cuento! qué me faltará? amor, emoción, razón o inteligencia... un poco de cada