miércoles, 13 de mayo de 2009

Cuento para Pensar


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La Taberna de Jwon estaba en el centro del pueblo de Kimadsory, escondida entre los muros de la catedral y la hospedería.

Una de las muchas tardes de primavera entró un joven soldado con una triste alegre expresión en su rostro. Se le veía cansado.

Allí encontró sentado a un hombre con el que beber un vaso, era Bieller, el Rey del pueblo, que como otro hombre cualquiera gustaba de un vaso de vino en buena compañía.

El joven soldado sabía que había un Rey muy sabio en el pueblo de Kimadsory. Hasta allí debía desplazarse para obtener la respuesta a Su pregunta. Y hasta allí se desplazó con la firme intención de acallar sus miedos, aquellos que habían llegado a paralizarle por completo anulando sus mejores cualidades como soldado.

Algo parecido a una corazonada le decía que el hombre que buscaba era aquel que estaba frente a él.

El joven soldado se sentó cabizbajo frente al Rey, y le dijo:

“Rey, Imagínese en un montaña, la montaña más bonita que hubiese podido imaginar.

Imagínese con el clima ideal, los más bellos paisajes jamás vistos, con las flores más hermosas.

Imagínese con tiempo para recorrer todo lo que quiera visitar, con fuerza para poder andar sin parar durante horas, días y meses.

Imagínese con comida suficiente, con agua de sobra y sin peso en la mochila.

Imagínese rodeado de recuerdos de muy buena gente a la que llamar algún día, sin prisa.

Imagínese con la posibilidad de soñar todo lo que pueda soñar.

Imagínese que quiere ponerse a caminar para empezar a recorrer sitios diferentes, conocer a personas diferentes, con proyectos diferentes que poder alcanzar, sin embargo, en su plano de la montaña le falta el “usted está aquí”… ¿Rey, qué debería hacer?”


Y el Rey le contestó al soldado:

“Sin duda, sí, le falta ese punto tan importante, por eso es bueno que busque otras referencias que le indiquen dónde se encuentra, para así…caminar hacia esos nuevos parajes que me dice quiere conocer.

…busque otras nuevas referencias, y después… vuelva y cuénteme el color de ese nuevo pueblo, la sonrisa de esa nueva gente, los nuevos proyectos en los que se ha embarcado, los nuevos paisajes que ha divisado, los recuerdos de los aromas de las casas donde se ha alojado, los amores que han acompañado sus días, o en caso contrario, dígame qué puntos de referencia ha elegido, para no fiarme de ellos”.

*** F. Gil Recio (2009) ***

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